domingo, 14 de octubre de 2012

La risa del cuervo



‹‹“Simón” gritaba Ribas, y Bolívar, desdeñoso, le volteaba el rostro. “¡Que le corten la cabeza!”, le pareció escuchar. Despertó. Nadie estaba a su alrededor. El viento del Llano soplaba sobre su ensangrentada charretera. Estaba de nuevo ahí, con sus cabeza cortada entre las manos(…) Sólo ahora, después de tres horas de la ejecución ordenada por Morales, entendía de verdad que le habían cortado la cabeza y que con ella, debajo del brazo, se hallaba perdido en la inmensidad de aquella estepa del trópico››..
La risa del cuervo. Álvaro Miranda

Un castillo imaginario se ha apoderado de la historia. Todo paraje por donde discurre el historiador es siempre una ventana a los dominios de la ficción. La línea imaginaria del tiempo por donde transita el hombre a razón de su existencia, es también una novela fantástica.

Al momento de iniciar la lectura de la novela La risa del cuervo, del escritor samario Álvaro Miranda (1945), nos enfrentamos a un fragmento de la historia americana contada desde el delirio y la locura, desde la poesía y la imaginación desbordada. La buena literatura rebasa siempre sus propios límites. Ya en el primer capítulo, encontramos a José María Rivas (un tío político de Simón Bolívar que combatió con él en la campaña libertadora, que fue secuestrado por los realistas para cortarle la cabeza y luego freírla en aceite) deambulando y delirando por los llanos venezolanos con su cuerpo bañado en sangre y con la cabeza cortada entre las manos perseguido por un cuervo; allí nos incrustamos en un universo que rompe con la rueda del tiempo y la rotación de la realidad, un mundo enriquecido por el lenguaje, por anécdotas históricas y personajes singulares que no permiten que el lector pierda el interés en ningún momento.

La novela es urdida por lo real maravilloso y la capacidad creativa del escritor, al saber hilar con la maestría de la araña varias ficciones en diferentes fracciones de tiempo histórico. De esta forma, vemos el cadáver erotizado de Manuelita Sáenz en su fosa de Paita tratando de alcanzar, entre cuerpos que se desmoronan, el cadáver de un voluptuoso marinero; o Alexander von Humboldt intentando descifrar unos extraños pergaminos que guardan la futura historia de las gestas independentistas americanas; o al espía David Curtius De Forest, ahogado en la locura, criando en su propia casa aves exóticas; o a un hombre ebrio tratando de escudriñar en las formas de la escritura, mientras el nombre de su amada Virginia se entremezcla con un “Nunca más” dictado por un singular cuervo.

Miranda salta de un tiempo a otro y de una narración a otra sin romper una ficción universal totalmente redonda. Es un espléndido juego arquitectónico en el que se erigen las vigas sólidas de la historia con pústulas de lo fantástico. En este laberinto de muros móviles el héroe trágico atrinchera sus fantasmas. En fin, en La risa del cuervo lo surreal persiste sin que naufrague la realidad.

He leído varias veces esta novela y no deja de asombrarme su extraordinaria armazón atemporal, la construcción de sus personajes y el hermoso tejido del lenguaje. Álvaro Miranda ha demostrado, no sólo con esta novela si no con obras como Los escritos de Don Sancho Jimeno (1982), ser un experto a la hora de amasar los misterios de la historia.

No hay divorcio entre la historia y la literatura, entre lo verídico y lo insólito. Los invito a leer esta novela que bien merece un lugar más destacado dentro de la narrativa colombiana. Un hombre que sueña la historia, ha soñado también su propio universo.

Por Henry Alexander Gómez
Promotor de lectura y escritura
Biblioteca Pública Parque El Tunal

Miranda, Álvaro (1992). La risa del cuervo. Santafé de Bogotá: Thomas de Quincey Editores.