martes, 14 de julio de 2009

Jaguar

Por Henry Alexander Gómez
In the forests of the night,
What immortal hand or eye
Could frame thy fearful symmetry?
William Blake

El enigma de sus pieles me sorprende una vez más
a la hora de la muerte.
Otra vez la madrugada socavando las angustias
y los temibles secretos; he soñado un jaguar ciego
pariendo los miles de espejos que lo preceden
desde el primer tigre de Adán en el paraíso:
un laberinto de perlas negras, de negros anillos de fuego,
de umbrosos trazos de jade negro,
en el marfil dorado que yace en la penumbra
de la indómita selva. 

¿Qué visión inmortal? ¿Qué misterio esconde su carne?
Sus flameantes ojos ciegos aún me siguen
en la oscuridad de mis pasos hacia la tumba,
como una piedra de oro inconmovible
en las molicies del firmamento de Alá en el desierto.

Lo soñé una y mil noches en esta eterna madrugada.

Lo soñé en la forma del tigre, del lince, del leopardo;
en la forma del puma, del león y de la imponente pantera.
Lo soñé en el rostro infame del cazador
y en el sagrado rostro del hechicero.
Lo soñé en el altar de sangre de una raza
que veneró tu terrible simetría con el universo.

Lo soñé al asecho, en la tarde de un árbol muerto,
y devorando un hombre bajo el amazónico diluvio.
De la mano de Poe y Blake soñé también a Tzinacán
en su hemisférico encierro, descifrando la escritura de Dios
en sus indescifrables pieles.

Espíritu del cometa que le ruges mil veces al alba
despertándome en mis noches ciegas y blandas,
¿Qué portentosos e inmemoriales sigilos
le guardas a la espesura de los sueños?
No soy yo el que presume de tu esfinge,
ni la ligera aurora que me trae tu recuerdo.
Es la soledad que encierra mis días y mis libros
y un tiempo de otros tiempos que revela nuestros miedos.


Un baile surrealista con la muerte

Por: Henry Alexander Gómez

Entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982, como un capitulo más para la historia del medio oriente, cientos de palestinos, entre hombres, mujeres, ancianos y niños, fueron masacrados por miembros de la falange cristiana-libanesa, en los campos de refugiados Sabra y Chatila al oeste de Beirut. El acto fue calificado como genocidio por las Naciones Unidas y en cuanto a las cifras aún no se ponen de acuerdo, van desde ochocientos hasta los tres mil ejecutados, según las distintas fuentes. Lo que si es cierto, es que la masacre ocurrió frente a las narices de las Fuerzas de Defensa de Israel que se hicieron los de la vista gorda, y que entonces eran lideradas por el ministro de defensa Ariel Sharón.

El 5 de junio de 2008, el director Israelí Ari Folman, que participó de las fuerzas armadas apostadas en el Líbano en aquel momento, dio su versión de los hechos a través de un documental animado que tituló: Waltz with Bashir o Un baile con Bashir, aludiendo al mandatario Libanés Bashir Gemayel, asesinado días antes de la masacre y a una escena de su documental donde un soldado delira y baila en medio de un enfrentamiento armado frente aun cartel de Bashir.

¡Y que versión de los hechos! La película de Folman es una animación devastadora, onírica, y en momentos surrealista, que trata de atestiguar su experiencia como soldado y la de algunos de sus compañeros sobre los hechos ocurridos, así como reflexiona sobre el indiferente papel que jugó Israel desde un primer momento. Ya en la primera escena, en la cual una jauría de veintiséis perros persiguen al director en un sueño que se repite noche tras noche, entrevemos la admirable calidad de la animación y el acento de pesadilla del film. Y es precisamente a partir de esta pesadilla que Arí Folman, intrigado y sorprendido por mantener velados sus recuerdos sobre la masacre, se encamina en busca de la verdad, indagando y tomando el testimonio de sus ex-compañeros que se encuentran dispersos por todo el mundo.

La banda sonora, y la música incidental son trabajadas por Max Richter de una forma magistral. Los acordes de guitarras eléctricas se superponen a escenas catastróficas creando una acelerada metáfora sobre la mudez de la muerte. Al igual, encontramos una sarcástica crítica hacia el belicismo subrayando los muchos errores que se cometen e inocentes que caen en todo conflicto armado. Ari Folman ha sido enfático en que en ningún momento quiso realizar un documental político, pero es imposible no encontrar un contenido axiológico dentro de la película.

Debo confesar que este es uno de los filmes que no ha dejado de sorprenderme en ningún momento; sin embargo cabe preguntarse si la posición de Folman no sigue siendo de alguna manera pasiva frente a la masacre y la responsabilidad de Israel. Recordemos que algunos años después Ariel Sharón fue nombrado primer ministro de Israel; recordemos que hasta el momento no se ha juzgado a nadie de la Falange Libanés a causa del genocidio, exceptuando por algunos atentados y venganzas perpetradas que al igual son totalmente cuestionables. En fin; conmovedora, polémica y con un gran agregado artístico, vale la pena dedicar un tiempo para ver Waltz with Bashir.