De
libro Diabulus in música (2014)
Johnny Cash
Enterré el puente de mi guitarra en el aire, sacudí las polillas de mi
sombra y cultivé el vapor de la música sobre el heno de los días, a un lado de
la carretera, donde los mundos se fecundan.
Jim Morrison
Desde lo alto de la
duna dejo caer una escudilla que rasga un aire extraño que acecha mi presencia.
Ancianos ángeles amasan mi saliva con arena. ¿Quién acompañará mis huellas para
descifrar el verdadero rostro de la luz?
Romper el cristal. No
hay noche más fría. El nombre del desierto me persigue. Las puertas se
derrumban.
Con el hueso roto del
coyote buscaré mis años perdidos junto a un demonio que trama el antiguo
imperio del cielo.
Janis Joplin
Inútil es viajar
entre el olor de la ceniza, sepultar amapolas en las mandíbulas del ángel
ciego.
Canción de la
infancia: fumar el opio de la piel y beber la última gota de un blues de la
botella más oscura de un bar de Louisiana. El pulmón amordazado mientras el
gramófono suena a Bessie Smith o a Billie Holiday.
Una huella descalza
la delata, la delata su sombra transparente.
Hurga una grieta en
la penumbra. Descúbrete impedida para contar la multiplicidad de nubes que rodean
tus dedos.
Es bello vigilar desnuda
al sol cuando anochece: la orgía de su voz baja cóncava al interior de la
tierra.
John Bonham
En el grito del
árbol encontrarás la semilla. Mi escritura viaja al galope del viento entre los
cascos del caballo. Esta tierra se adelgaza ante el trueno del agua en el pecho
de un pájaro.
He dejado al
granizo sin aliento.
Jon Lord
Recogí de la neblina
en la mañana cada uno de los hilos que expanden las yemas de mis dedos. Hilar
es mi destreza, la certidumbre de dormir en una cavidad de sonidos que arden
como diluvio perpetuo.
Un flameo inmutable
me sigue a todas partes: una tela de música que hoy es mi mortaja, una sonata
que ordena a un tiempo la dinastía secreta de un centenar de relámpagos.
Mi corazón es la
rueca, la bruma el ovillo, mi música, una calina de fuego que lo ha envuelto
todo.
Pappo Napolitano
Me reconozco en el
polvo del adiós, en las piedras errantes: con un hilo de viento me hice un
collar de caminos.
Dejo el diapasón de
mi guitarra bañado por un rumor de flores vestidas por la lluvia. Dejo mi amada
Harley Davidson con la que probé el
peso de la fe y la pulsación de la muerte. Hay una canción de espejos y lumbres
al final de la autopista.
Nada vale más que
un viejo blues cortejando las voces aromáticas del sueño.
Ronnie Van Zant
Al amanecer, algún
extraño viajero señala con el dedo un pájaro que guarda el nombre de todos los
pájaros.
Su vuelo ha
dibujado, en el corazón abierto del alba, cada hilo de acero con los que un
niño ovilla el paraíso de mis alas.
Ian Curtis
Hoy tengo la mirada
hecha de tierra para arrojar un puñado al vacío, el espíritu de papel para
prenderle fuego y hacer con las cenizas música para sujetar mi destino.
Vengo de abrir una
hendidura donde la luz se reconcilia con la muerte, de atar mi cuerpo hueso por
hueso a la llama de mi voz, como la danza de Caín en la sonrisa oscura del
miedo.
Hoy tengo la boca
en la mitad del pecho con una paloma agrietada en la garganta.
El aire está roto
en pedazos.
Stevie Ray Vaughan
Este es mi evangelio:
La soledad del universo se reduce a
seis élitros de acero; pesan como el calibre de la araña en el corazón de una
rosa, zumban como un crujir de huesos de pájaros salvajes.
Mi voz es clavicordio de agua,
pentagrama de fuego, el gesto de todo y de nadie.
La lluvia en el tejado afina el
blues-rock de mi guitarra: tormenta de hierro, piedra pluvial que inunda el
refugio donde el tiempo pliega sus doce alas.
Mi credo es la ausencia de Dios, el
bostezo del cielo.
Quorthon (Tomas Forsberg)
Primero haré de mi nombre un festín de la sangre. Luego sepultaré cada
sílaba de mi música y haré que sea desterrada de la aurora. Mi voz cruzará el
Valhalla con mi rostro abierto por la uña del cuervo.
Una virgen de hierro para atesorar el nacimiento. Para honrar el
martillo del trueno, una semilla hervida en la miel de la noche.
Por cada pluma del ángel asisto al presidio de mi raza. Por cada
cartílago de música “El Oscuro” destila su veneno.
Es mortal el abismo que nos rodea.
Euronymous (Øystein Aarseth)
Es la profundidad del
bosque lo que retengo entre mis manos. El aullido de una aureola negra que me
alcanza.
Una luna secreta
escarba los misterios del Señor oscuro. Satán es quien lanza cada vocal de mi
nombre al fuego para profanar la lluvia sonámbula.
Sortilegio del
espanto. La otredad de la sangre. Una leche sorda que invade la espesura.
Afilaré mis pupilas
blancas a un ataúd de piedra: también la oscuridad es la luz más brillante.
Henry Alexander Gómez
Bogotá (1982). Profesional
en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y estudiante
de Maestría en Creación Literaria de la Universidad Central. Es director del
Festival de Literatura “Ojo en la tinta”. Su libro Cartografía de la luz ganó el XXVI Concurso Nacional de Poesía
Universidad Externado de Colombia; con el libro Georg Trakl en el ocaso fue Segundo Premio del IX Concurso
Literario Bonaventuriano de Poesía; ganador del Concurso Nacional “La poesía de
la vida cotidiana” - Casa de Poesía Silva.
Ha publicado los libros
Memorial del árbol (2013), premiado
en el IV Concurso Nacional de Poesía Obra Inédita, Diabolus in música (2014) Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía y Teoría de la gravedad (2014), Mención de
Honor en el I Premio Nacional de Poesía, Festival Internacional de Poesía de
Medellín y publicado en Quito, Ecuador.
Sus poemas aparecen
en los libros Raíces del viento
(2011), en la antología Postal del
oleaje: poetas nacidos en los 80. Colombia-México (2013), y en diferentes
revistas de Colombia y el exterior. Hace parte del comité editorial de la
Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz
Invertida (www.laraizinvertida.com).
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