lunes, 11 de junio de 2012

Putumayo: un lugar donde se bebe agua



La selva ha alterado sus matices cambiando a una tonalidad azul. El rugido del jaguar horada cada nota del relámpago en la zampoña. La flor de viento del maíz siembra sus cicatrices en el corazón de los hombres.

Hace algún tiempo, en una pequeña reunión con amigos, escuché un sonido que llamó mi atención. Era una resonancia leve y profunda, nostálgica como un quejido de tierra y dulce como el trinar de un pájaro. Luego venía un suave arpegio de cuerdas y una flauta grave como si asediara desde lo más oculto de las montañas. La canción se explayaba en un coro que emulaba, o eso me parecía, un ritual ancestral americano. Luego, la abundancia de flautas de caña, pincullo, zampoñas, quena, charango y el bombo leguero me llevaban a oler, a tocar con mis manos, las auténticas entrañas de la selva.

No sólo me informé sobre el título de la canción y quiénes eran los que la ejecutaban, sino que pedí volver a escuchar el estupendo tema. Los vientos y la composición eran de William Palchukán, director de la agrupación colombiana Putumayo, y la partitura llevaba el nombre de “Azul”. La música de este grupo me dejó sorprendido. Poco después me apresuré a escuchar sus demás trabajos, y posteriormente pude contactarlos, invitarlos y escucharlos en vivo en el cierre del Festival de Poesía y Narrativa Ojo en la Tinta, donde hicieron una presentación formidable.

Putumayo lleva una tradición de más de 25 años. Fundado en 1985, temas como “Madre Selva”, “Canción para una flor”, “Ciudad Campo”, y el mismo “Azul”, entre muchos otros, ya se constituyen como clásicos en el folclore andino colombiano. Sus discos vienen, por demás, con el excelente trabajo pictórico del maestro Alfredo Vivero, quien se ha destacado en los últimos años por rescatar las raíces amerindias de nuestro continente.

En efecto, el sonido de Putumayo es más selvático que cualquier otra cosa. En su labor no sólo retoman el trabajo de compositores latinoamericanos como Sandro Piaguaje o Eugenia Muñoz, sino que cada tema es una íntegra investigación de las músicas y los instrumentos prehispánicos. Así que, en títulos como “Katsata” o “Betscanaté”, nos encontramos con experimentaciones progresivas que crean una atmósfera mítica y ancestral; cada integrante logra desmedirse con diferentes instrumentos en un virtuosismo atávico.

No hay nada más agradable que hablar de la propia casa. Como el aullido del mono silbador, como el lamento de la savia del Itahuba, como el tejido de arena en la piel de la anaconda, la música de Putumayo palpita en el espíritu de la selva y las montañas, y nos recuerda que un poco de sangre del Amazonas navega en nuestras venas.

Por Henry Alexander Gómez
Promotor de lectura y escritura
Biblioteca Pública Parque El Tunal

Putumayo, Encuentro - Colombia - 2008.

Canciones:
1.         Madre Selva
2.         Azul
3.         Sur Tierra
4.         Katsata
5.         Supongamos
6.         Canto de curación
7.         El Colibrí
8.         Danza Quimbaya
9.         Ojos de Cielo
10.      Atufado
11.      Ciudad Campo
12.      Duua
13.      Padre Amerindio
14.      Betscanaté
15.      Caminos de Guaira
16.      Caminito real

Integrantes:
William Palchukán / Dirección / Viento
Jairo Palchukán / Percusión / Vientos / Voz
Fredy Velásquez Voz / Vientos
Juan Carlos Arévalo / Charango / Vientos / Voz
Diego Mora / Guitarra / Voz / Vientos
Javier Andrés Mesa / Bajo
Alfredo Vivero Paniza


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