Paul Celan hilvana su fuga
I
Seca tus ojos
y llama a mi
puerta;
no encontrarás más que un
féretro
tallado por un
abismo de hojas.
La soledad es más grande
que la gavilla de
inviernos
que arden
en mi boca.
II
La muerte
hila mi mano cien veces.
Cien veces
la arroja
a un bote de ceniza.
III
Es en tu vientre,
madre,
donde
siembro
mi
otoño.
Es en tu nuca
donde
nace mi amapola.
IV
El corazón va flotando a mis
espaldas.
El corazón
va
flotando
a
mis
espaldas,
barnizado por las humaredas
de los hornos
de Ucrania.
V
El becerro le
escupe
a la paloma
invisible,
se asfixia
entre el barro
de los campos
de exterminio.
Yo humedezco mis oídos
con su sangre;
con su carne hago en las mañanas
tallos de sombra.
VI
Verteré
toda el agua del Sena
en un cántaro
y lavaré tus
heridas,
bebedora.
En
el presagio
ya no quedarán más cicatrices.
VII
Mi mano
hila la muerte,
cien veces la arroja.
Henry
Alexander Gómez,
del libro Memorial del árbol (2012)
1 comentario:
Bellísimas tus letras, qué bueno encontrarlas... Un saludo!
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