Jon Lord
Recogí de la neblina en la mañana cada uno de los
hilos que expanden las yemas de mis dedos. Hilar es mi destreza, la certidumbre
de dormir en una cavidad de sonidos que arden como diluvio perpetuo.
Un flameo inmutable me sigue a todas partes: una tela
de música que hoy es mi mortaja, una sonata que ordena a un tiempo la dinastía
secreta de un centenar de relámpagos.
Mi corazón es la rueca, la bruma el ovillo, mi música
una calina de fuego que lo ha envuelto todo.
A Edwin Mora
Henry
Alexander Gómez
Del libro Diabolus in música (2014)
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