Reunidos el 30 de
septiembre de 2013, en la Casa de la Cultura del municipio de Caldas,
Antioquia, los jurados Lucía Estrada,
Francisco Ángel Morena y Robinson Quintero Ossa, después de leer
los libros presentados al XVII Premio Nacional de Poesía por Concurso
"Ciro Mendía", decidimos por unanimidad premiar la obra titulada Diabolus
in música (El diablo en la música), firmada con el seudónimo
"Alexander Graham Bell", que corresponde a Henry Alexander Gómez
Ríos.
El jurado sustentó
su veredicto con las siguientes palabras:
"Diabolus
in música es una colección de retratos de intérpretes del jazz, del
rock y del blues en cuyas biografías es común la noche, la lucidez y el exceso.
El libro se acerca a una visión de la poesía y la vida como riesgo y transgresión
de los límites, en un tono menor sostenido, con un lenguaje sin excesos
retóricos, con cadencias fluidas e imágenes opacas, como corresponde al
universo que representa".
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Presentamos una
muestra de poemas pertenecientes al libro
Diabolus in musica (El diablo en
la música)
de Henry Alexander Gómez:
Billie Holiday
Bebe únicamente de
la sombra del ángel, embriágate con la savia negra de árboles muertos.
Un cardumen de
pájaros de agua abraza el canto de tus alas, los vientos del sur incendian toda
tu escritura. Escucha: el latido del sol es de hierro.
El pregón de la
ceniza sobre los párpados de la noche me dirá donde encontrarte.
Johnny Cash
Enterré el puente
de mi guitarra en el aire, sacudí las polillas de mi sombra y cultivé el vapor
de la música sobre el heno de los días, a un lado de la carretera, donde los
mundos se fecundan.
A Hellman Pardo
Janis Joplin
Inútil es viajar
entre el olor de la ceniza, sepultar amapolas en las mandíbulas del ángel
ciego.
Canción de la
infancia: fumar el opio de la piel y beber la última gota de un blues de la
botella más oscura de un bar de Louisiana. El pulmón amordazado mientras el
gramófono suena a Bessie Smith o a Billie Holiday.
Una huella descalza
la delata, la delata su sombra transparente.
Hurga una grieta en
la penumbra. Descúbrete impedida para contar la multiplicidad de nubes que cargan tus dedos.
Es bello vigilar
desnuda al sol cuando anochece: la orgía de su voz baja cóncava al interior de
la tierra.
Jim Morrison
Desde lo alto de
una duna dejo caer una escudilla que rasga un aire extraño que acecha mi presencia.
Ancianos ángeles amasan mi saliva con arena. ¿Quién acompañará mis huellas para
descifrar el verdadero rostro de la luz?
Romper el cristal.
No hay noche más fría. El nombre del desierto me persigue. Las puertas se
derrumban.
Con el hueso roto
del coyote buscaré mis años perdidos junto a un demonio que trepa por el
antiguo imperio del cielo.
Humberto Monroy
El humo de la noche
ha rodeado mi casa. Sin tocar las notas bajas de la sed, la música florece en
la línea del aire.
Mi boca posee
cuatro labios, mis ojos cuatro pupilas para descifrar la oscura pulsación de la
luz. Mi vida ha sido el temblor de un alfabeto encallado en el destello del
relámpago.
Humo en las
ventanas, en la densidad del polvo. Este largo destino de envejecer en el
origen.
John Bonham
En el grito del
árbol encontrarás la semilla. Mi escritura viaja al galope del viento entre los
cascos del caballo. Esta tierra se adelgaza ante el trueno del agua en el pecho
de un pájaro.
He dejado al
granizo sin aliento.
Wendy O. Williams
Encendí una lámpara
en el vacío y amé la piel de otros mundos. Soy hija del estruendo y de las
mutilaciones. Mi grito ha roto altas coronas.
A pesar de todo
vivo en las alturas, en la expansión de algún piélago de aguas tempestuosas.
Tatué un caracol
con mi oído sobre las horas más crueles. Con la soga al cuello, mi música
desciende hacia una isla que naufraga en medio de universos incendiados.
El sol aún no se
suicida.
Pappo Napolitano
Me reconozco en el
polvo del adiós, en las piedras errantes: con un hilo de viento me hice un
collar de caminos.
Dejo el diapasón de
mi guitarra bañado por un rumor de flores vestidas por la lluvia. Dejo mi amada
Harley Davidson con la que probé el peso de la fe y la pulsación de la muerte.
Hay una canción de espejos y lumbres al final de la autopista.
Nada vale más que
un viejo blues cortejando las voces aromáticas del sueño.
A John Fredy Gil
Stevie Ray Vaughan
Este es mi
evangelio:
La soledad del
universo se reduce a seis élitros de acero; pesan como el calibre de la araña
en el corazón de una rosa, zumban como un crujir de huesos de pájaros
salvajes.
Mi voz es
clavicordio de agua, pentagrama de fuego, el gesto de todo y de nadie.
La lluvia en el
tejado afina el blues-rock de mi guitarra: tormenta de hierro, piedra pluvial
que inunda el refugio donde el tiempo pliega sus doce alas.
Mi credo es la
ausencia de Dios, el bostezo del cielo.
A Félix Zamora
Cliff Burton
Yuggoth me llevó
por un huerto donde se exhuman las músicas de antaño. Extraños hombres cantaron
atroces espejismos. El verbo sepultado, la resurrección de la noche, algunas
notas de fuego arrancadas de la eternidad.
He visto a Orión
andar sobre las aguas y cazar un lince en el inframundo con su garrote de
bronce. He asistido a su ascenso y escuché el canto que lo convirtió en
firmamento.
Tiempo no me falta
para dar testimonio de ello. Tengo un quejido de hojas graves para desdoblar el
silencio.
Mis cuatro cuerdas
sostienen la alquimia del sol.
Quorthon (Tomas Forsberg)
Primero haré de mi
nombre un festín de la sangre. Luego sepultaré cada sílaba de mi música y haré
que sea desterrada de la aurora. Mi voz cruzará el Valhalla con mi rostro
abierto por la uña del cuervo.
Una virgen de
hierro para atesorar el nacimiento. Para honrar el martillo del trueno, una semilla hervida en la miel de la noche.
Por cada pluma del
ángel asisto al presidio de mi raza. Por cada cartílago de música el oscuro
destila su veneno.
Es mortal el abismo
que nos rodea.
Euronymous (Øystein Aarseth)
Es la profundidad
del bosque lo que retengo entre mis manos. El aullido de una aureola negra que
me alcanza.
Una luna secreta
escarba los misterios del Señor oscuro. Satán es quien lanza cada vocal de mi
nombre al fuego para profanar la lluvia sonámbula.
Sortilegio del
espanto. La otredad de la sangre. Una leche sorda que invade la espesura.
Afilaré mis pupilas
blancas a un ataúd de piedra: también la oscuridad es la luz más brillante.
Henry Alexander Gómez
Bogotá (1982).
Profesional en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de
Caldas y estudiante de Maestría en Creación literaria de la Universidad Central. Es fundador y director del Festival de Poesía y Narrativa “Ojo en la
tinta”. Sus poemas han sido publicados en los libros Raíces del viento (2011), en la antología Postal del oleaje: poetas nacidos en los 80. Colombia-México (2013),
y en diferentes revistas de Colombia y el exterior. Actualmente se desempeña
como promotor de lectura y escritura en la Red Capital de Bibliotecas Públicas
de Bogotá–BibloRed y hace parte del colectivo literario y del comité editorial
de la Revista Latinoamericana de Poesía La
Raíz Invertida (www.laraizinvertida.com).
Su libro Diabolus in música fue merecedor del
Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía 2013; el
libro Cartografía de la luz ganó el
XXVI Concurso Nacional de Poesía 2013 Universidad Externado de Colombia; el libro Georg Trakl en el ocaso fue Segundo Premio del IX Concurso
Literario Bonaventuriano de Poesía; ganador del Concurso Nacional “La poesía de
la vida cotidiana” convocado por la Casa de Poesía Silva. En el 2013 publicó el
libro Memorial del árbol, premiado en
el IV Concurso Nacional de Poesía Obra Inédita.
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